Hormigón nanocristalizado

Hormigón y nanocristalización.

¿Por qué a los arquitectos nos gusta tanto utilizar el hormigón armado como elemento expresivo?

Una de tantas respuestas es que es un material que nos sirve como estructura y como cerramiento, que nos asienta y separa del terreno. Otra es que adopta la forma y textura del encofrado, por lo que se adapta a cualquier condición. También nos gusta porque trasmite la idea de permanencia, de sobrevivirnos. Ya lo usaban los romanos y sus edificios han llegado hasta nosotros. Qué bien estaría construir solo con un material, solo con hormigón, y que cumpliese con toda la normativa.

La nanocristalización es un tratamiento que mejora al hormigón armado en cuanto a resistencia, aislamiento térmico, dureza superficial e impermeabilidad, por tanto aumenta su durabilidad.

El hormigón visto puede tener un acabado liso, o rugoso; acanalado o informe; con tintes en masa o pintado, adquiriendo múltiples colores. Podemos verlo como una pasta o hacerle cosquillas con una bujarda o una pulidora para que se le vea el árido. Se lleva bien con la madera, con el acero y el vidrio, con el ladrillo y con la piedra. Desde hace 45 años se usa la nanocristalización en depósitos o plataformas marinas para impermeabilizar el hormigón con éxito… obras de ingeniería.

¿Para cuando entrará en la cultura popular para usarlo en la arquitectura? Si hace al hormigón mucho más durable, ¿no lo hace acaso mucho más sostenible? Al menos los romanos viven del turismo.

 

Fotografía: Miguel Carballido.