FER arquitecto · Casa GUCHI

EL ARQUITECTO BARATO.

Siempre que se necesitan los servicios de un profesional la gente suele asesorarse sobre cuál es el que va a satisfacer sus necesidades, aquél que le recomiende algún amigo, o alguno que tenga fama o prestigio social. Sea el motivo que sea, algunos ejemplos pueden ser el fisioterapeuta, el ginecólogo, el restaurante para la cena de empresa o el peluquero. Se elige en base a la confianza que proporcione y no necesariamente en base al precio. Siendo esto así, hoy vamos a intentar desmontar el mito de que nuestros honorarios son caros o incluso prescindibles. Más bien lo contrario, no sólo somos necesarios sino que al fin y al cabo, el arquitecto puede salir muy barato.

Recientemente hemos tenido en el estudio un expediente de legalización de unas obras acometidas en una casa de piedra. El constructor le recomendó al cliente que hiciese un proyecto con un arquitecto, por aquello de que fuese legal, pero decidió que no, para ahorrarse un dinero. En el proceso de obra aparecieron un muro de contención nada despreciable y otras cosas poco económicas, ya que no eran necesarias. Y nuestra cabeza surgió el «que pena» por lo que podría haber sido, y lo que en realidad es. El cliente acabó pagándonos a los arquitectos solo por los papeles, y no por ayudarle a tener una casa mejor.

Voy a intentar explicar porque es mejor ir de la mano de un arquitecto, ya que como el caso anterior explicado, no sólo te puede salir gratis, sino que puedes incluso ahorrar dinero.

La formación (alguien se acuerda del humanismo?)

Para empezar, Arquitectura se estudia en la Universidad. Parece que no, pero durante al menos cinco años estudiamos y mucho. Los materiales y sus características, su capacidad para ser la estructura de un edificio, los valores que transmiten, cómo deben ir ordenados en un proceso constructivo, etc. También estudiamos la Historia de las ciudades y cómo han evolucionado, cuáles fueron sus circunstancias económicas, sociales, políticas, y cómo influyen en la forma y uso de la Arquitectura (incluso algunas veces, pasa al revés). Historia del arte, de los sistemas constructivos y su relación con el avance tecnológico, cálculo de instalaciones y eficiencia energética. Y por supuesto proyectamos, desde objetos como una papelera (más del ámbito industrial), a un apartamento, una vivienda unifamiliar o un barrio. No sale por arte de magia de nuestra cabeza. Investigamos ejemplos más o menos exitosos ya construidos, los criticamos y adaptamos a los ejercicios propuestos para exponer nuestra versión, y que nos la puntúen. Supongo que habrá mucha gente interesada en el diseño, e incluso esté suscrita alguna publicación, pero nosotros al menos tenemos un título y una formación nada despreciable.

Intereses (no sé si cada día hay más o hay menos)

El arquitecto esta de parte del cliente. Con las entrevistas necesarias intentará captar sus necesidades reales, gustos y anhelos, para hacerlos realidad. Muchas veces hemos escuchado “sé perfectamente lo que quiero” y cuando presentamos la propuesta de anteproyecto, llevarse una sorpresa agradable al ver resueltos ciertos aspectos que, aunque el cliente pensaba que no, estaban en el aire. Y cuántas cosas quedan por decidir en ese nivel de anteproyecto!. El arquitecto no intentará colar su solución, no te cobrará más por aquella que no suele utilizar. Optimización de recursos le llaman algunos. Pues no. El arquitecto ayuda a tomar las decisiones adecuadas poniendo en la balanza el presupuesto, la funcionalidad, la estética, y por qué no, la ética.

Legalidad (zapatero a tus zapatos)

El arquitecto arroja luz en los trámites administrativos y legales. Ofrece garantía por su seguro, por la visión de conjunto y por ser el acompañante natural. Tirando de tópico… a que no opera una rodilla el técnico de rayos, ni uperiza la leche el transportista (con todos mis respetos). Además, es conocedor de toda la normativa que la administración va a exigir que se cumpla. Pues nadie va a ofrecer mejores garantías en una obra que un arquitecto. Uno bueno, como en todo, no me saquen los malos ejemplos.

Perspectiva (o cambio de foco)

En el estudio a veces discutimos sobre la flexibilidad o la sostenibilidad. Así como nosotros pensamos que un espacio es flexible si vale para muchas cosas, y no porque tenga una puerta de corredera que lo divida en dos o en tres, también creemos que sostenible es aquello que perdura, o que tiene poco mantenimiento, como una pirámide egipcia. Ver las cosas con otra perspectiva las aporta un arquitecto y asesorará a su cliente para que tome las decisiones conscientes valorando todas las consecuencias.

Valor añadido (un no se qué, que qué sé yo)

Y entrando en los intangibles, pero no menos importantes, al contar con un arquitecto, éste añade al producto arquitectónico mayor valor inmobiliario a viviendas, mayor productividad en espacios de trabajo o más clientes en un comercio, en lo que a su diseño se refiere. Si no se cree, que es muy posible, basta con pensar en el peligro que supone la depreciación de los productos pasados de moda. ¿Cómo son los activos inmobiliarios que tienen los bancos a la venta, y te ofrecen como alternativa cuando les vas a pedir una hipoteca? Para un arquitecto, la moda sólo es un ingrediente más en un rico plato. Mientras tanto, estamos tristemente cansados de ver cantidad de platos con el único ingrediente de la moda.

Uno de los primeros refranes que aprendí, es que “lo barato sale caro”. Un arquitecto, lo que sale es económico, porque es una inversión en el propio servicio que ofrece. Hablando de arquitectura donde se juega con mucho dinero, mucho más que si hablamos de viajes o de ropa, cualquier mínima decisión en cuanto a materiales, superficies o incluso plazos, hace variar el presupuesto en miles de euros. Si quien te asesora es un colega de profesión, éste cubrirá tus expectativas y te dirá la verdad como nadie, en cuanto a trámites, normativas, costes y amortizaciones, gustos y funciones. Entonces éste será el arquitecto barato.